Cómo elegir un abogado y no morir en el intento
Cuando tenemos un problema y debemos recurrir a servicios legales profesionales entramos en un estado de (casi) pánico. No sabemos a quién ni a dónde acudir, creemos que no nos vamos a enterar de nada cuando nos hablen y que seguramente sea un “chupasangre” el encargado de nuestro caso. ¡Relax! Vayamos por partes.
A la hora de buscar un abogado son muchas las preguntas que te pueden asaltar. Lo primero es tener claro a qué rama del Derecho pertenece tu consulta: Mercantil, Tributario, Laboral, Inmobiliario… Y una vez determinado esto, ¿a qué debes prestar atención?
- Experiencia: Igual que no te dejarías en manos de un cirujano recién licenciado, obviamente un abogado experimentado podrá ofrecerte unas garantías de asesoramiento muy superiores a las que otros profesionales no especializados o con nula experiencia llegarían a brindar. Y por supuesto, ten en cuenta los éxitos en casos similares.
- Ubicación: Es importante que el profesional que se ocupe de tu caso esté cerca de tu domicilio. No es imprescindible, pero sí mucho más cómodo porque a lo largo del proceso deberás acudir al despacho para conocer y comentar la evolución, entregar papeleo…
- Honorarios: Al finalizar la primera consulta (normalmente gratuita), tienes que valorar los honorarios. Desconfía de lo extremadamente barato, no será buena señal. Aunque parezca que ahorras, a la larga te darás cuenta de que has perdido no sólo dinero sino también tiempo y, posiblemente, el caso. El precio es un elemento diferenciador pero no te guíes únicamente por este factor.
- Valores:
1. Confianza: es importante que tu abogado te transmita tranquilidad y seguridad. Si sientes que no puedes confiar en él, es mucho mejor que busques otro con el que te sientas cómodo.
2. Transparente: ¿Te facilita toda la información? ¿te lo explica lo mejor posible? ¿escuchas tus problemas de forma receptiva? Si a pesar de hablar con él siempre te quedan dudas o genera en ti cierta sombra de desconfianza, no es el abogado que necesitas.
3. Localizable: Si tienes a sensación de que tu abogado no responde las llamadas o no las devuelve en un plazo relativamente corto (ten en cuenta que suelen estar con otros clientes o durante horas en algún juicio), o lo visitas y no te atiende bien, ¡Houston, tenemos un problema!
4. Tus intereses son lo primero: Busca a ese profesional que entiende tus circunstancias y que mira por tus intereses personalizando el proceso. Debe anteponer tus intereses a los suyos y luchar hasta el final para tratar de ganar el caso u obtener la mejor negociación. Si tienes la sensación de ser uno más o cuando te atiende está a otras cosas, por ejemplo leyendo emails, es mejor que lo dejes plantado.
Un buen abogado mantiene una relación de pasión con las leyes y el derecho, es persistente, paciente y tiene cierta agresividad para defenderte. Pero recuerda que el mejor no es el que más libros ha estudiado sino aquel que mejor aplica su experiencia. Sabemos que no es fácil la búsqueda pero te animamos a que compares y consigas dar con aquel con el que realmente te sientas seguro y tranquilo. ¡Lucha junto al mejor!
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